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Quince libros selectos, leídos en 2016

Los autores son fundamentalmente lectores. Desde la RevistaY.com, preguntamos a doce escritores y cuatro críticos literarios, de siete países en tres continentes, cuáles son los mejores libros que leyeron en 2016. Sus respuestas forman una pequeña biblioteca selecta.

 

La consulta que envié a los amigos de la literatura que viven en distintos puntos del mundo fue: «¡Cuál es el mejor libro (poemario, cuentario, novela, crónica, ensayo, publicado en cualquier año) que leíste en 2016. Y dime en unas líneas, por favor, por qué lo consideras el mejor.» Antes de enviarla, preví que algunos autores me cuestionarían el concepto de «mejor libro». Para esos casos, preparé las opciones: el libro más interesante, el que más te gustó o te hizo disfrutar entre sus páginas, el que te conmovió, el que te fascinó (en el sentido de atraer irresistiblemente), el que consideras fundamental como lector. En fin, el que recomendarías sin pestañear. He aquí sus respuestas.

Los críticos españoles Mar Langa Pizarro y José Vicente Peiró se centraron en su país y, por pura coincidencia, eligieron la misma novela: Patria (2016) de Fernando Aramburu, que de hecho es considerada uno de los libros del año en el país de Cervantes.

De acuerdo a Mar: «Patria aborda la escisión que el terrorismo etarra crea en Euskadi: la victimización de los terroristas y su entorno, el apoyo que reciben de la Iglesia, la ocultación de las víctimas. Patria muestra, desgarra, aclara, desvela; teje un universo que nos atrapa en la lectura, y nos deja el poso que solo logran las grandes obras.»

Y según José Vicente: «Lo mejor de la novela es el despliegue de personajes, la coralidad para ofrecer una visión de actitudes distintas de quienes se han visto afectados por el terrorismo nacionalista radical, los verdugos y las víctimas. El año de la novela española era ―y es― muy flojo. La aparición de Patria ha nublado la baja calidad general.»

Desde Australia, Roy Boland, crítico y catedrático de la Universidad de Sidney, afirma: «El libro que más he disfrutado este año es Las ensaladas de la señorita Giselle (2016) de Esteban Bedoya. En primer lugar, porque con su elegancia verbal y estructura esmerada, es un modelo de lo que debe ser un buen cuento. En segundo lugar, porque es una divertida interpretación del tema del “burlador burlado”, en este caso un viejo verde a quien le sale literalmente el tiro por la culata cuando intenta seducir a una joven vegetariana. Y finalmente, porque en esta obra Esteban Bedoya dota de calidad literaria al género erótico.»

El joven autor paraguayo, radicado en España, Cristian David López, destaca «la recuperación de Jugar con fuego (2016), una revista de poesía y crítica, fundada y dirigida durante los años 1975 y 1981 por José Luis García Martín (1950). La crítica de García Martín en estos últimos cuarenta años de poesía española se ha vuelto no solamente válida y objetiva, sino necesaria para el lector y también para el escritor mismo. García Martín es uno de los últimos de su especie, un crítico valiente, de los que no venden gato por liebre al lector.»

De vuelta de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en la que fue uno de los dos invitados paraguayos, Jacobo Rauskin, Premio Nacional de Literatura 2007, recuerda un libro de poesía traducido al castellano en 2015: Hasta el final de la tristeza. «Su autor es el poeta israelí Haim Nagid. Despierta en el lector la admiración a esa mezcla de reflexión y pasión lírica que es la base de la buena poesía en cualquier época.»

bedoya_silvero_otrosDesde São Paulo, Bogado Lins dice: «En un año apocalíptico para el Brasil, el libro Pig Brother (2015) del poeta Ademir Assunção talvez sea el que mejor tradujo este universo sin salvación alguna. Una poesía globalizada que atraviesa referencias pop, internacionales y brasileras que seguramente pueden comunicarse fácilmente con los lectores paraguayos e hispanos en general. Un golpe al estómago necesario, en breves ocasiones bello, y que traduce de forma eficaz un periodo de poca esperanza y mucha embriaguez.»

El prolífico escritor paraguayo Javier Viveros, al que solo falta escribir una novela para abarcar todos los géneros literarios y afines, afirma: «El mejor libro que he leído este año es Razones para desconfiar de sus vecinos (2015) del colombiano Luis Noriega. La obra se alzó con el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez 2016. Es un libro que derrocha ingenio y humor, que está repleto de referencias literarias. Es irreverente y fresco, leerlo me hizo recordar a Cabrera Infante y a Quevedo.»

Gilberto Ramírez Santacruz, escritor paraguayo radicado en Buenos Aires, rescata como su mejor lectura «la obra del filósofo paraguayo José Manuel Silvero: Suciedad, cuerpo y civilización (2014), un ensayo muy creativo en su narración y un aporte multidisciplinario en la observación de nuestra realidad más profunda; un compendio de los conceptos más avanzados de la filosofía contemporánea y sus tentáculos multidisciplinarios para procesar la suciedad y reciclar la pobreza como reivindicación de la ciencia, instrumento idóneo para aprovechar la naturaleza y equilibrar la sociedad, al servicio del estado y su política, en pos de garantizar una infraestructura ambiental higiénica y una convivencia democrática igualitaria.»

Desde la ciudad universitaria de Bristol, Inglaterra, el crítico de arte Rogelio Vallejo se explaya: «Conozco a muchos que no gustan de leer cuentos, prefieren las novelas con sus intricados laberintos, sus largos párrafos y capítulos, pero lo que me llama la atención es que esos mismos me dicen que creen en el amor a primera vista, que gozan de las aventuras breves. A mí me gustan tanto las novelas, enredadas y largas, como los cuentos prolongados, cortos, o brevísimos, quizá porque soy capaz de tener relaciones de larga duración, así como también de gozar de las que duran poco o un instante. Este año tuve la suerte de leer Todos los cuentos (2012) de Gabriel García Márquez, en el que se puede ver paso a paso el desarrollo de un genial maestro. Lo que me prueba una vez más que el amor breve, efímero o fugaz, es tan válido como el amor perseverante, duradero y continuo.»

Guido Rodríguez Alcalá, fecundo autor literario, histórico y periodístico, Premio Lidia Guanes 2008, menciona un libro en inglés aún no traducido al castellano: Brief Encounters With Che Guevara (Encuentros cercanos con el Che Guevara, 2006), la ópera prima del norteamericano Ben Fountain. «Se trata de un conjunto de cuentos con escenarios muy distintos, que van desde las selvas de Colombia hasta los círculos empresariales de Sri Lanka, pasando por las guerrillas de Sierra Leona y Viena de principios del siglo pasado. Sin haber recorrido tantos países (excepto Haití, donde vivió), el autor es capaz de presentarnos una visión originalísima de los mismos.»

El escritor argentino Orlando Van Bredam, Premio Emecé 2007 y catedrático de la Universidad Nacional de Formosa, contesta: «El mejor libro que leí este año es El señor Pip (2006) del neozelandés Lloyd Jones [llevada al cine en 2013, con Hugh Laurie como protagonista]. Es una espléndida novela que todo el mundo debería leer, especialmente los docentes que enseñan literatura. Es una parábola sobre la libertad, el poder transformador de la ficción y lo absurdo y criminal de la censura. Hace años que no leía algo tan profundo y necesario y escrito con tanta llaneza y poesía.»

De regreso a Asunción, luego de varios años de labor diplomática en Australia, el escritor paraguayo Esteban Bedoya recuerda que este año recurrió a «la relectura de Cuentos de los años felices (1993) de Osvaldo Soriano, sabiendo que me reencontraría con las observaciones sutiles de un niño de pueblo pequeño. Yo mismo me reconocí en la forma de mirar del personaje de Soriano. El hecho de haber vivido parte de mi infancia en Buenos Aires, me hizo partícipe (modesto observador) de un tiempo inmediatamente posterior a la época de este libro.»

nagid_lloyd_soriano_otrosLa autora paraguaya Mónica Bustos, Premio Roa Bastos de Novela 2010, nos cuenta que este año leyó por primera vez a Jorge Ibargüengoitia: «Fue amor a primera página. Me encontré con la novela  Las muertas (1977) en una librería de México y quedé fascinada, la leí de un tirón. Salí de la librería leyéndola e iba en el metro riéndome con ella. Me conquistó su humor, sobre todo la estructura, el estilo, sentía su escritura tan actual y cercana. Más que el argumento, que la historia en sí, lo más atractivo para mí es el cómo lo contó. Sería una exageración decir que sentí que era una lectura íntima, pero así fue. Me decía: “¿Ves? Así se escribe”.»

El joven escritor boliviano Rodrigo Urquiola Flores, Premio Interamericano Carlos Montemayor 2016, recuerda una novela de y sobre su país: Los Andes no creen en Dios (1974) de Adolfo Costa du Rels, llevada al cine en 2007. «La idea de la religión, del temor al dios bíblico y lo que ello implica, en tierras mineras olvidadas, es el eje filosófico que sustenta esta narración. Alrededor fluye Uyuni y el milagro maravilloso y tétrico de sus salares. Uyuni, con sus espejismos premonitorios o pesadillescos incluso, en esta novela, es una síntesis de Bolivia y, como tal, arrastra varias heridas de la historia nacional.»

Susana Gertopán, Premio Municipal de Literatura 2016, recuerda el clásico japonés Vida de un loco (1927) de Ryūnosuke Akutagawa. «Su prosa tiene un ingenio sorprendente. En esta obra se encuentran descripciones y un análisis profundo sobre ciertas emociones, lugares, comportamientos, que dejan al lector absolutamente extasiado. Si bien, sus temáticas son decadentes y existenciales, aun así este autor no se aparta de la voz poética.»

¿Y yo tengo un libro selecto? Que me vuelvan a disculpar los literatos. Sin influencias de la Academia Sueca, en la introducción de la antología de cuentos Eclosión (Editorial Y, 2016) escribí que Matthew Weiner, creador de la serie televisiva Mad Men, es el mejor cuentista del presente siglo. Ahora digo: Todos tienen razón (2011) del cineasta Paolo Sorrentino, es el mejor libro que leí este año.

Cuando compartí mi admiración por el creador napolitano a una diplomática italiana, hace dos años en un café asunceno, ella dijo: «Aunque te sea difícil de creer, es mejor como escritor. Tienes que leer su novela.» Tomé esa recomendación como un desafío. Busqué el libro en varias ferias internacionales y solo lo pude tener conmigo cuando una persona muy querida me lo trajo de Barcelona. Lo leí, lo releí. Quedé tan impregnado de la potente voz del cantante Tony Pagoda, narrador protagonista, que el tono novelístico de Sorrentino trasmutó en mi escritura, efecto que sufro con poquísimos autores.

Esa es la razón ―suficiente razón, ¿no?― por la que incluyo la novela del cineasta italiano como el decimoquinto libro de esta pequeña biblioteca selecta, formada gracias a la lectura de doce escritores y cuatro críticos literarios, de siete países en tres continentes.

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1 Comentario
  • Carlos gimenez
    diciembre 31, 2016

    Interesante el artículo, felicidades a la Revista Y. Lo que me llama la atención es que no hay obras de nuestro país…Estamos muy mal….

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