Novela B es una novela aparentemente disparatada, donde el caos de los personajes resulta su aspecto más incisivo, siendo su composición equiparable en pintura a un cuadro como El jardín de las delicias, de El Bosco.
La emergencia de nuevas voces de la narrativa en Paraguay, voces jóvenes y dispuestas mostrar un mundo alejado del escenario rural y de los personajes tradicionales del relato del país, tiene varias tarjetas de visita. Una de ellas es la joven Mónica Bustos, nacida en 1984, ganadora del premio Augusto Roa Bastos en su país en 2010 con la novela Chico bizarro y las moscas, donde construía el universo del sicario medio en un espacio actual arriesgando con una firme apuesta por un discurso potente y articulado conforme al pensamiento enfrentado a los sucesos para hallar vías expresivas si no novedosas, sí potentes y alejadas de la construcción tradicional narrativa. Y siempre basculando entre mundos heredados de la cultura popular actual, sobre todo juvenil, desde el rock de Soda Stéreo hasta el cine de Tarantino, y un lenguaje pleno de diversidad de registros y tonos.
Su nueva novela se titula Novela B, claro homenaje al llamado Cine B, ese que generalmente era independiente y con escasos recursos para la producción, así como de dispar calidad, pero atractivo para un público ávido de creaciones alejadas de la gran distribución y con argumentos fantásticos generalmente. Como en aquel cine, la novela de Bustos combina historias y parte de un submundo para mostrar su falta de lógica y los caminos ocultos de la personalidad, pero no solo con el fin de distraer, sino de articular una traslación de aquellos productos fílmicos a la palabra. Es una reivindicación de la creatividad de esas viejas historias estremecedoras reunidas en un conjunto al que se le conceden nuevos valores y discursos estéticos para jugar con la presencia totalizadora de un relato coral presuntamente inspirado en el cómic.
La novela posee en palabras todos los elementos fundamentales del cine de serie B. El terror, la parodia, la ironía, la dureza de las situaciones, la acción y el enigma. No vamos a hablar de nuevo de la devoción por Tarantino de la autora, ya mostrada en su Chico Bizarro, porque en esta novela aún camina más lejos en el aliento de la intromisión en los argumentos de aquellas filmaciones antiguas de Ed Wood o Jacques Tourneur; en esos actores como Lon Chaney jr., tan admirados por Dila, la protagonista y elemento conector de la novela. De esta forma, Bustos imprime un ritmo vertiginoso lleno de acción en escenarios realmente estrambóticos, algunos de ellos enigmáticos como el poblado chileno Fango Rojo.
¿Quién será esa protagonista llamada Dila Dubi? Una mujer enigmática, propia del cine negro y cuyas respuestas recuerdan a esos papeles cinematográficos de Gene Tierney o Lauren Bacall. Ella es la obsesión de buena parte de los personajes. ¿Por qué aparece y reaparece en distintos lugares de América Latina? Porque es el tema de la novela: hasta qué punto un personaje fantástico provoca la irrupción de los submundos en la superficie física. Porque el horror se esparce por la Tierra y es un elemento inherente al ser humano. Sin embargo, a pesar de tener esta protagonista definida, estamos ante una novela coral donde funcionan distintas historias enlazadas con diversos puntos de vista. Dila es la protagonista pero todo comienza con una pareja cuyo hijo falleció en un duro accidente insólito para continuar entre trashumantes que organizan celebraciones y rituales sangrientos, los cuales forman una secta perseguida por la policía. Sus integrantes creen que Dila es la encarnación de la misteriosa mujer profetizada en su libro sagrado, que ha de alimentarlos con su sangre. En paralelo caminan buscadores de ovnis, un perro mutante de Chernobyl, hombre lobos de carretera que se reúnen en un bar, un cineasta que está hilvanando un argumento sobre perversiones sexuales, unos mineros que buscan en el desierto al chupacabras, el mítico vampiro latinoamericano, un asesino en serie, buscadores de restos de vampirismo el mundo azteca, una joven sanguinolenta con delirios místicos y una psicóloga más paciente que doctora. Toda una serie de personajes esparcidos por los cuarenta y cuatro capítulos de la novela en trepidantes sucesiones de acontecimientos, con diálogos construidos de forma cinematográfica y diversos registros lingüísticos, algunos de singular originalidad.
La búsqueda de Dila Dubi es en el fondo el intento de hallar la diferencia que permita dar sentido a las existencias. Los seres irreales y reales que pueblan la novela, con su dinamismo, están en permanente búsqueda: todos se mueven hacia un fin, casi siempre personal, que les dará vida, en el sentido físico y psicológico. Quizá quien busque una novela profunda pueda sentirse perdido entre tanto submundo vampírico y terrorífico. Ese lector que no conserve el espíritu juvenil de estas historias de horror puede no encontrar los significados variopintos de la novela. Sin embargo, el lector debe dejarse llevar por los diálogos y los acontecimientos, conformando las historias autónomas que en conjunto sí otorgan un sentido a la novela. Y sobre todo sus espacios, concretos y etéreos, donde la autora no deja de volverlos a llenar de elementos del pop y el rock, como las alusiones a Lennon y Janis Joplin, reclamando su vigencia cultural.
Es por ello que estamos en una novela aparentemente disparatada, donde el caos de los personajes resulta su aspecto más incisivo. Formalmente, el trabajo resultante es el caos como finalidad del discurso narrativo. El lector hallará personajes que aparecen y desaparecen, para reencontrarlos muchas páginas más adelante, lo que le exigirá un ejercicio firme de composición. No es, sin embargo, una novela compleja: es simplemente una composición equiparable en pintura a un cuadro como El jardín de las delicias, de El Bosco, repleto de situaciones autónomas para representar un conjunto puesto que las escenas se entrelazan hasta dar un todo.
Novela B es una intensa novela para lectores ávidos de un discurso narrativo potente. Quienes disfrutaron de Chico Bizarro y las moscas hallarán en esta nueva obra de Mónica Bustos una mayor fortaleza en sus situaciones. El suspense, el terror, edulcorados con la parodia, están tratados de una forma alejada de la narración fantástica tradicional, al huir la autora de cualquier linealidad y respeto a un tiempo y acción únicos. Bustos da una vuelta de tuerca a la novela fantástica y de terror renovando el subgénero desde su cinematográfico montaje literario.
Después de Chico Bizarro era difícil mantenerse. La joven autora paraguaya se ha mantenido gracias a su habilidad para trazar un rico discurso donde lo gore queda sublimado literariamente.
Diciembre de 2013.
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