Crónicas desde el alma de Bea Bosio es un testamento del sentimiento desenfocado de la realidad, un libro ilustrado de diversos relatos y algunas crónicas que requiere un compromiso que la autora no ha asumido.
Durante una tarde de lluvia, sentenciadas al letargo, invité a mamá a que leyéramos juntas un libro. Respondió: «¿Para qué? ¿Para que me digas que está mal escrito?» Y se dedicó a tomar mate y escuchar la lluvia. Cómo hubiera disfrutado de su compañía mientras navegaba entre los textos de Bea Bosio en «El gran diario del domingo».
Este año, Bea Bosio presentó Crónicas desde el alma, una compilación de textos previamente publicados que exponen la particular visión de la autora sobre el mundo, la tradición y la historia. Escritos durante un periodo de tres años, estos textos pertenecen a distintas índoles narrativas. Además de las crónicas (no históricas, sino literarias), ha publicado relatos, cuentos, homenajes, anécdotas, diarios, experimentación con intertextos, lirismos, leyendas, reflexiones e incluso alguna que otra publicidad. Los temas no escasean y se aproximan a problemáticas vitales de la humanidad. De relativa extensión, los textos circundan la realidad nacional, la percepción del Paraguay desde el ojo internacional o la apreciación de la historia internacional contemporánea.
Leídos de manera individual, cada uno posee características muy distintas entre sí. En su conjunto, cuentan una evolución del proceso de escritura de la autora. En los primeros meses, el lenguaje es sencillo, casual, cargado de su propia personalidad, intereses y sensaciones. Accesible. Narra sobre temas inmediatos, desde el sentimiento, pero también desde la crítica, y se cuestiona sobre la coyuntura de causalidades en ciertos sucesos. Aunque el tema ⸺por extensión, una personal síntesis reflexiva⸺ no haya sido desarrollado a cabalidad, es sugerido entre líneas, diálogos ficcionales o notas a pie.
Preocupada en principio por el componente humano del país, en «Humo» (un relato brevísimo de los primeros meses de publicación) exhibe una de las consecuencias sociales de la quema indiscriminada de los campos agrícolas, a los que se podría integrar bosques, pastizales y toda extensión vegetal que sufre debido a intervenciones humanas o inclemencias climáticas. Es perceptible que el tratamiento de esa historia, personal y encomiadora, resta peso a la crítica de la irresponsabilidad medioambiental que caracteriza al Paraguay. Sin embargo, no olvida mencionarla.
A partir de entrevistas, experiencias propias o lecturas informativas recrea relatos de exiliados y desaparecidos, de familiares y amigos que quedan, demandando respuestas, transparencia. Describe historias sobre ciudadanos desplazados de su país en busca de mejores oportunidades laborales, o connacionales que sugieren la pérdida de confianza en el gobierno. Descubre historias perdidas en los confines infranqueables del Chaco, la vida de los marineros y la empatía y la solidaridad que aún persisten en las calles. Rescata la tradición oral y la convierte en texto. Acompaña los textos con fotografías que atestiguan lo vivido. En lo personal, he disfrutado de este periodo.
Luego, el cambio de la prosa se percibe paulatinamente. En este tramo la acompaña Yuki Yshizuka, quien ilustra los textos de manera sencilla y alegórica ⸺podría decirse que influenciada por algunos artistas de vanguardia⸺ y que llega a tomar la palabra en algunos homenajes artísticos. La complejidad se apropia del texto. El lenguaje ya no es sencillo y fluido, amigable, como en las primeras publicaciones, sino que busca parecerse a la lírica. Es trabajado, en ocasiones con la intención de convertirse en verso narrado. Una floritura que pretende horizontes más allá de la crónica. Homenajea a personas ilustres con biografías investigadas o adapta testimonios y anécdotas recopilados de otros textos.
A pesar de la evidente transformación, se mantiene en su firme posición de describir impresiones individuales con la mínima profundización sobre la cuestión humana o con reflexiones sentimentales que inspiran una cierta cercanía, sin comprometerse con la subjetividad de la opinión. Talvez debido a la extensión con que decide narrarlas.
La prosa, que no ha dejado de ser no-ficción (en la mayoría de los textos), se balancea entre polos opuestos. Presenta al mundo en blanco y negro. Los admirables son admirados y los repudiables son repudiados. No existe una representación de la complejidad del ser humano. Llenan las líneas el sentimiento y la vivacidad que mimetizan las contradicciones a las que nos enfrentamos diariamente.
Ser testigo de esta metamorfosis implica el cuestionamiento acerca de qué es una crónica y por qué ha decidido la autora nombrar de esta manera la colección de relatos. Se ha desenfocado de la crónica literaria ⸺género capaz de rebosar de valoraciones e interpretaciones subjetivas, juzgar, controvertir, fundamentar, razonar el testimonio de vida⸺ para orientarse hacia la belleza de una prosa rococó.
Un ejemplo, «Red social». Un padre consigue empleo mediante publicaciones de extraños en las redes virtuales. La verdadera problemática subyacente, causante de esta debilidad social de la que cientos de transeúntes son testigos, permanece anónima. Se aplaude la sensibilidad social y el ingenio de una comunidad que se apoya ⸺como una sociedad civilizada debería hacerlo siempre⸺, pero permanece al margen la inacción del Estado.
¿Cuál es la postura ante el extrañamiento, la soledad, la enfermedad, el narcisismo, el aislamiento, el amor, la libertad, el racismo, la humanidad durante la guerra? La historia de una gran parte de los héroes narrados se encuentra en la memoria colectiva de los lectores, pero no siempre converge con la valoración descriptiva de una crónica, sino con una relación emotiva que explora otros géneros literarios.
Aun cuando surge esta reyerta entre lo políticamente aceptable y lo controversial, es innegable que los textos más interesantes, incluso los de este periodo, siguen siendo los que la autora ha experimentado en carne propia o al menos ha tenido la oportunidad de comprobar de manera íntima. Una latina que lucha por los derechos de los migrantes de la tercera edad en USA, la labor de los docentes que se vieron superados innumerables veces durante la pandemia, la solidaridad con que se desenvuelven los más expuestos ante la ineficacia (o inexistencia) de leyes que deberían protegerlos, un manifiesto sobre la relación del ser humano con la naturaleza y las políticas públicas que son inadecuadas para la concreción de objetivos que permitan la vida digna.
Crónicas desde el alma requiere un compromiso que la autora aún no ha asumido. Entre los textos que contiene, poco resuenan las crónicas. La visión de la realidad desde dos niveles posibles, la pasión y la sensibilidad, está empañada. La pasión, la emoción, el placer estético absorben el texto sin dejar espacio a la sensibilidad, la deliberación y la advertencia.
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